En nuestro país y en el mundo la polarización es rampante. Y es una fortuna para los extremos haberse encontrado con ella, pues pareciera que dejan al centro, o al pensamiento liberal, por fuera del debate.
Encima de todo le pegaron en la espalda con súper bonder el remoquete de ‘tibio’, a cualquiera que no se exprese a favor de uno de los extremos y en la forma violenta que lo hacen ellos. Es decir, lo razonable, lo pensado, lo lógico, lo basado en evidencia, lo manejado adecuadamente sin el grito ensordecedor a favor del líder extremo, es desdeñable por ‘tibio’. (“Punto, y no pienso discutirlo con nadie”, dicen).
O peor aún si en el pasado tuvo algo de cercanía con la derecha o la izquierda y pasó a esa razonabilidad (al centro) queda redefinido como petrista o de extrema derecha o paramilitar. Mejor dicho, el que no empuñe las armas por X que se quite de en medio porque su tibieza no vale nada en esta pelea encarnizada. Los Fajardos, los de la Calle, las Catherines están descalificadas y descalificados. No entienden que la guerra a muerte es a muerte, para la muestra el atentado a Miguel Uribe, el tamaño de la condena al presidente Uribe, o sigue Nicolás Petro y cárcel también para el presidente Petro. Volvimos a la era de “que mueran Sansón y todos los Filisteos”.
Es la definición de la polarización; los que creen que el Frente Nacional fracasó porque se dejaron de dar las peleas de los 40s que llevó a la horrorosa Violencia de los 50s y se hincharon los partidos de clientelismo, prefieren reemplazar ‘esa paz’ con “hagamos trizas la paz” o “abrámosle paso al Socialismo del Siglo XXI”. Miremos los resultados de cada uno de esos caminos… Una anécdota que ilustra nuestro apasionamiento (no se sabe si es un rasgo latinoamericano): durante la crisis de los misiles nucleares en Cuba, circuló el rumor de que, mientras Nikita Jrushchov y John F. Kennedy evaluaban opciones para no escalar a una guerra, Raúl Castro instaba al líder soviético a disparar misiles contra EE. UU.
En nuestro país el liberalismo como pensamiento logró avances como la ley 200 de tierras de López Pumarejo, la Reforma Agraria de Carlos Lleras o la plural Constitución de 1991, bajo la tutela liberal de César Gaviria … sí, puros tibios, y solo menciono el 10% de sus reformas. Recordemos que Álvaro Uribe no venía del partido de Laureano y Avendaño sino del liberalismo. O sea que tibio él por haber pactado con los Paras y haber iniciado letra por letra las conversaciones de paz que siguió Santos o preguntémosle a Frank Pearl —otra cosa es la enemistad que surgió luego por diferentes razones incluso en las conversaciones posteriores al plebiscito—.
La ventaja de los polarizadores es que apelan inteligentemente al miedo y al odio. Con la memoria de nuestro cerebelo reptil sobrecargada de enemigos, se basan en el principio de que “Songo le dio a Borondongo, Borondongo le dio a Bernabé…”. Insisto, necesitamos un nuevo Sitges.