e trata de conectar los sentimientos individuales con una visión más grande, apoyando la voluntad para que cada uno descubra su potencial al máximo.
Es una pregunta que me hacen bastante seguido. ¿Por qué se puso ese cargo? ¿Qué quiere decir? ¿De dónde viene? ¿Cómo se hace para coordinar sueños?
Las grandes compañías creadas al inicio de la revolución industrial implantaron sin excepción la estructura de comando y control. Esto significaba una organización del trabajo piramidal, donde el gran jefe mandaba otros jefes y, así mismo, cascadeaba hasta la base de empleados que obedecían esas órdenes. Pero no lo habían hecho al azar: para crearlas habían tomado los ejemplos organizacionales conocidos como eran el estado, los ejércitos o la iglesia: funcionaban de manera idéntica con miles de soldados, fieles o burócratas que ejecutaban órdenes filtradas desde lo más alto.
Pero todo empezó a cambiar desde los años 70s: las personas con cada vez mayor educación querían asumir más responsabilidades y podían aportar más a sus organizaciones. La experiencia de las reiteraciones en los ciclos y la reinvención de cargos empezaron a generar nuevas conciencias sobre cómo debería ser la gerencia. Y empezó a abrirse un abismo entre el comando y control, y las personas pensantes en todos los niveles.
El Kaizen de Toyota en Japón conformó equipos llamados ‘grupos primarios’ donde operarios rasos deliberaban sobre mejores formas de operar sus líneas de producción. Caía el imperio de la pirámide y empezaban a achatarse las estructuras. El ‘pensar desde arriba’ se trasladó a toda la organización.
Era claro ya en los 90s que la estructura de comando y control estaba mandada a recoger, incluso en Colombia. Desde esa época, para mí empezó a ser claro que el cargo ‘Presidente’, como hijo del dueño, era una redundancia, una contradicción con la nueva generación de profesionales que querían colaborar en una empresa con propósito.
Peter Senge nos hizo entonces una consultoría y nos dejó una máxima: las jerarquías disminuyen posibilidad de comunicación sincera entre las personas; las jerarquías fomentaban el “no decirle al rey que estaba desnudo”.
Personalmente siempre les he preguntado a las personas en las entrevistas qué reto personal o profesional tienen para venir a colaborar con el sueño de Alquería: era el What’s your dream, man? ¡this is Hollywood! (¿Cuál es tu sueño, hermano?…) del rapero callejero en Pretty Woman. Si no tenían claro el reto, nos lo imaginábamos, lo soñábamos y los sacábamos adelante.
Coordinar Sueños significa escuchar, inspirar y ayudar a convertir aspiraciones personales o colectivas en proyectos concretos. Es un liderazgo empático, entendiendo que cada persona -un colaborador, una emprendedora, una rectora de colegio, un estudiante o una campesina- puede/debe tener sueños en su vida. Es crear espacios para que estas metas personales se nutran y se materialicen; es lograr que la esperanza se transforme en acción. Coordinar sueños es conectar los sentimientos individuales con una visión más grande, apoyando la voluntad para que cada uno descubra y desarrolle su potencial al máximo. Porque si el liderazgo es apoyar para hacer realidad los sueños de las personas, entonces, ¿qué es entonces?